Convivencia Responsable en el Ciberespacio

Habitamos el ciberespacio. ¿Lo habitamos? ¿El ciberespacio es parte de nuestra realidad?

Partimos de estas preguntas en las charlas-debate que realizamos con los estudiantes del colegio, de 3º a 7º grados del Nivel Primario y de 1º a 5º años del Nivel Secundario.

Mucho enredo discursivo en los debates y reflexiones supuso saberse y comprenderse habitantes de la red. Y esos dichos propios de los chicos se unen a este relato a través del estilo de fuente cursiva.

Desenredando un poco. Si estamos de acuerdo en que somos habitantes de un mundo virtual nos toca, entonces, pensar y reflexionar cómo habitamos ese espacio, teniendo en cuenta que, en el imaginario social y cultural, el espacio virtual se muestra anónimo. Si lo asumimos como tal y lo hacemos carne, el enredo puede ser aun más notable, puesto que en ese lugar donde nadie me ve, donde estoy cubierto, nadie me controla, puedo tener otra identidad, ser otra persona, puedo llamarme como una canción, puedo, en definitiva, rediseñarme con cada click.

¡Puedo deletear todo! ¡Qué bárbara la tecla delete: cualquier cosa que escribo o publico la borro y ya nadie la ve. ¡Sorpresa! En el ciberespacio todo queda. ¡Ojo! a no perseguirse que la cosa no va por ahí. En el mundo virtual como en el mundo físico, no hay tecla que borre lo que pensamos y expresamos. Aquel que recibe eso que decimos lo va tomar como tal, porque un click genera una acción real. Esos mundos no están disociados. Ambos son parte de nuestra realidad y nos construyen como personas.

Pero no es que Internet sólo era para jugar, estudiar, salvarme del aburrimiento, investigar, también el único medio de comunicación, y más, en Internet hago todo. Claro, el ciberespacio nos invita a hacer tantas cosas como las que hacemos en el mundo físico. También sentimos ¿Qué? No sentimos nada. Si no sentimos, estamos muertos, ¡somos robots!

Así es. Hacemos y sentimos muchas cosas en Internet. Cuestionable el todo pero linda la reflexión e interesantes miradas atentas a la premisa de pensar bien qué publicamos y a quién en la Web. Porque no estamos solos, aunque físicamente así sea, del otro lado de la pantalla hay Otros que, conozcamos o no, son parte de nuestro mundo real.

Similar a la vida física: tenemos amigos, familia, conocidos e infinidad de personas que nunca conoceremos pero que nos cruzamos todo el tiempo. ¿A ellos les abrimos la puerta de nuestras casas? ¿Hablamos con extraños en la vía pública? No. Rotundo y coreado. ¿Por qué en las redes sociales lo hacemos? ¡Ah! No es lo mismo. No tengo por qué conocer a los 800 amigos que tengo en Facebook, ¿vos hablas con todos? Por supuesto, repuse, no tengo por qué tener desconocidos en la virtualidad. Soy la misma persona: si no hablo con extraños en la calle tampoco lo hago en el muro.

Pero el farandulita es así. Es muy popular entre los cibernautas aunque sólo los registre con un click al aceptar la solicitud de amistad. El farandulita no es mediático. ¿Seguro? Que su visibilidad y exposición pasen por otras pantallas no lo hace menos mediático. Su popularidad se construye a través otros medios como son las redes sociales.

En fin, con estos debates generados, los chicos nos invitaron a pensar y a preguntarnos mucho más al respecto: ¿cómo no van a querer participar de un espacio tan popular y con tantas aristas constructoras de identidad y subjetividad como éstas? ¿Por qué tantos menores de edad poseen Facebook y otros tantos retwittean todo lo que leen, fotografían o filman sin importar a qué otra comunidad del mundo
físico involucren?

Es, entonces, preciso pensarlos/nos inmersos en la cultura de las apariencias, en la hegemonía de ser visto todo el tiempo. Estas épocas posmodernas junto al advenimiento e instalación práctica y simbólica de las nuevas tecnologías han habilitado una manera de ser en el mundo monopolizada por la visibilidad mediatizada. Esa imperiosa necesidad de hacerse/nos visibles nos deja sin intimidad o, más bien, transforma la idea de intimidad-privacidad en intimidad-publicidad. La intimidad hoy es pública. Mostrarse/nos para ser, es la premisa de los tiempos que corren porque lo que no aparece en una pantalla corre el riesgo de no existir (Sibilia, 2009).

Con estas reflexiones, retomaremos los encuentros con los chicos en la segunda parte del año. El objetivo es seguir pensando cómo deseamos construir nuestra identidad, nuestra realidad y la que compartimos con Otros en las comunidades físicas y/o virtuales.

A continuación, los videos, el juego y el material bibliográfico que trabajamos con los chicos:

Con 3º grado

De 4º a 7º grado

De 1º a 5º año

Juego online

Material Bibliográfico

Sibilia, Paula: "La intimidad como espectáculo", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.