Ludotecas en el aula: testimonio de una docente
La profesora Sonia Abouchar compartió la hermosa experiencia que realizamos en la escuela durante los recreos lluviosos.
"La idea de armar una ludoteca para poder utilizar en los días de lluvia estaba en mis planes desde hacía ya un tiempo. El año pasado comenzamos habilitando espacios para que los chicos pudieran ver videos y armamos una caja con crayones para que dibujaran con papel para reciclar y/o afiche pegado con cinta en la pared. Pero la idea de que los niños pudieran tener otro tipo de juegos siguió gestándose, hasta que este año, hablando con otras maestras, nos planteamos que sería una buena idea tener juegos armados especialmente para los días de lluvia.
Así surgió el proyecto ludotecas en el aula. Fue muy sencillo, solo fue poner la cabeza a pensar, recordar juegos que jugaba de chica e investigar un poco más en Internet. Todo se pudo armar con material de deshecho o cosas traídas de casa, ya sea dados, botones, un antifaz, piolín estuches de huevos y otros elementos que usualmente se tiran a la basura. Junto con Mariana D´Agostino, maestra auxiliar de los 1eros grados, armamos juegos de embocar con latas y corchos, bowlings con botellas decartables y pelotas fabricadas con medias viejas rellenas de algodón, también se fabricaron unos baleros (con estuches de huevo kinder, botellas de plástico, hilo y cinta aisladora).
Hubo que sortear algunos inconvenientes como pérdidas y roturas, pero esto, lejos de desalentarnos, nos impulsó a pensar en otros juegos tales como: ponerle las orejas a la vaca (usando un antifaz que se usan en los aviones) tableros de los que se usan para jugar al juego de la oca con botones como piezas para avanzar las casillas, ta-te-ti y otros juegos de mesa. Para solucionar el problema de las pérdidas se implementó el mismo sistema que se usa en las bibliotecas: los alumnos piden prestado el juego que deseen y firman que lo retiran; cuando lo devuelven tachan su nombre de la lista.
Fue muy reconfortante ver a los chicos entusiasmados por probar las distintas alternativas. Asumieron la responsabilidad de cuidar los juegos y esperaban ansiosos los días de lluvia para poder compartir el espacio de recreo. Fue reconfortante cambiar los “no”: no se puede correr, no se puede entrar a las aulas, no se puede jugar a la pelota por todos los “sí” a JUGAR.