En este colegio aprendí mucho de la vida
Por Agustina Guerra (ex alumna y maestra de apoyo)
Me acuerdo de una anécdota de cuando venía a este colegio. Yo estaba en 3° A, y como era tímida y no hablaba mucho, prácticamente no conocía a nadie de otros grados. Un día me sentaron al lado de una chica de 3° B. Yo nunca le había hablado en mi vida, apenas sabía su nombre. Se llamaba Paula.
En un momento, una profe de inglés nos pidió a todos que corriéramos los bancos un paso hacia atrás. Y yo, que mi estrategia de siempre era correr primero la silla y esperar a que mi compañero me ayudara a mover el banco, sentada en mi silla me empujé hacia atrás. Lo cómico fue que Paula hizo exactamente lo mismo, al mismo tiempo. Es decir, ambas nos movimos hacia atrás esperando a que otro moviera el banco. Pero entre nosotras, nadie cumplió el rol de ese otro. Y entonces, empezamos a reírnos mucho, tanto que nos dolía la panza. Paula es hoy mi mejor amiga. Y todo empezaba en esa primera risa en 3° A.
El New Model me dejó muchas anécdotas así. De las que me acuerdo y probablemente me acuerde siempre, porque en el colegio pasaba 8 horas por día todos los días y me reía, o mejor, aprendía a reírme con amigos, a abrazarme, a querer. Una canción de Charly dice: “no existe una escuela que enseñe a vivir”. Bueno, no por contradecirlo, pero en este colegio yo aprendí mucho, muchísimo, de la vida. Incluso, que se puede aprender desde el disfrute, o disfrutar aprendiendo. Esto lo cuento en primera persona pero solo porque también lo veo en ustedes (los chicos). En la manera que tienen de sonreírse, de caminar por el patio a la par de un mismo paso, de refugiarse juntos al sol los días más fríos.
Por ejemplo, me acuerdo, y ustedes también se acordarán, de cuando perdimos el primer partido del mundial el año pasado. Yo realmente estaba sorprendida de ver tantas de esas sonrisas cómplices que te da un amigo para decirte: no pasa nada, seguimos adelante, elijo creer.
Creo que el colegio enseña mucho de maneras de buscar en un amigo el motor para conocer el mundo. Y de eso se trata un poco aprender, ¿no? De tener ganas de descubrir lo que los marineros llamaban “tierra adentro”. Desde su barco, apenas veían una costa, pero sabían que más allá, quedaban lugares por aventurarse y conocer. Por supuesto, allí se acercaban.
A ustedes los mueve un deseo enorme. El deseo con el que todos los días están dispuestos a interesarse por cosas nuevas, o a pasar el tiempo con un amigo.
A lo mejor la vida se trata un poquito de eso, de tener la fortaleza de registrar experiencias que unen, que dejan en la memoria un pedacito de recuerdo que tira siempre hacia delante. Porque los recuerdos, aunque estén atrás, pueden empujar hacia adelante.
Y sí, una primaria que enseña del amor y con amor, puede tirar hacia delante. Hacia metas personales que se hagan mundo. Hacía formas de acercarse a la búsqueda de lo propio, sin dejar de mirar alrededor.
Hoy agradezco mucho a este colegio. Le tengo muchísimo cariño. Mis mejores amigas, que son familia, son todas ex alumnas. Mis maestras preferidas, que ahora veo todos los días, me dejan aprender a dar lo que ellas a mí me dieron. Y a las que no tuve, las conozco a todas, y a veces no puedo creer todo lo que dan a sus alumnos cada día. TODO, que es un montón, pero el amor nunca es por demás. Nunca sobra amor.
Gracias, por dejarme seguir siendo eternamente esa alumna de 3ro A, que desde la risa y hacia la risa pudo volver al colegio esta vez desde otro lugar, pero para seguir aprendiendo con ustedes.