Mantener viva la llama de la Revolución de 1810
El 25 de mayo de 1810 un grupo de revolucionarios, encabezados por Cornelio Saavedra, logran remover del poder al Virrey Cisneros aprovechando las circunstancias ocurridas en España. Los hombres y las mujeres de Mayo se vieron involucrados en la urgencia de tomar las medidas más adecuadas ante una situación inestable, urgente y dinámica. La independencia política que comenzó a perfilarse entonces, y así inician un complejo camino que llevará, no sin tropiezos, a la Declaración de la Independencia 6 años después. De esta manera, el acto del 25 de mayo debe hacer reflexionar a nuestros alumnos que fue, no solo un proceso político de grave importancia, sino una ocasión privilegiada de poner el pensamiento ante el interrogante de la identidad de una Nación.
Desde hace cuarenta años, la ciudadanía puede ejercer sin interrupciones el derecho a elegir, a decidir, el derecho a votar. Durante todos estos años, ha habido avances y retrocesos, muchas conquistas y algunas pérdidas de derechos, crisis económicas, políticas y sociales; también, muchos momentos de profunda alegría y felicidad colectiva y, sobre todo, la convicción de que aún, con sus defectos y dificultades, vivir en democracia es la mejor forma de vivir en sociedad.
Pensar la democracia, entonces, no es solo comprender el concepto en términos de sistema de gobierno o conocer los mecanismos del voto. Pensar la democracia es, también, construir memoria, educar en el respeto y la valoración de las diversidades, reclamar y conquistar derechos, luchar por la equidad y comprender la democracia como una experiencia que se despliega en la escuela, en la familia, en el mundo laboral y en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana en sociedad.
Pensar la democracia junto con las infancias es reflexionar acerca del valor de la libertad, de los derechos, de la posibilidad de debatir y expresar opiniones, de la importancia de respetar y valorar las diferencias, de la necesidad de reflexionar para poder elegir y de la importancia de la participación de todos y todas para construir una sociedad más democrática, más justa y más igualitaria.
Es necesario también, abordar la Revolución de Mayo desde una mirada de género, porque el vínculo entre educación y género resulta ineludible para la construcción de instituciones educativas que sean garantes y promotoras de derechos, y espacios de formación de una ciudadanía democrática. Los estudios y experiencias que abordan este cruce nos ayudan a identificar los modos hegemónicos de producción de “lo normal” y, por lo tanto, los estereotipos que estuvieron presentes en las escuelas desde que son escuelas. Estereotipos que producen desigualdades y violencias por motivos de género, a la vez que vulneran derechos. Advertir que las instituciones educativas no son neutrales en términos de género no solo permite dar cuenta de estas prácticas, sino que también estimula la reinvención de nuevos horizontes de mayor igualdad y justicia.
En este sentido, incorporar la perspectiva de género a la enseñanza supone la responsabilidad de garantizar y promover los Derechos Humanos.
Según el historiador Gabriel Di Meglio: “El amor a la patria propuesto por los líderes de la Revolución no era un sentimiento pasivo sino que implicaba abnegación y virtud […] El patriotismo significaba participar activamente de la causa colectiva, privilegiar el bienestar común al propio: se transformó en el eje moral del sistema […] Este sentido político de patria se difundió rápidamente.”
¿Por qué realizamos el acto del 25 de mayo? Es nuestra misión mantener viva la llama de la Revolución de 1810 en cada acto del 25 de mayo para que las nuevas generaciones transmitan ese espíritu de mayo, con abnegación y virtud, valentía, conciencia, compromiso y, por sobre todas las cosas, libertad responsable.